ANTIMATERNITY
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Entre narrativa y viñetas, Antimaternity de Robertita nos cuenta todo eso que acontece cuando una mujer pasados los 35 se interroga sobre querer o no ser madre. Discursos hegemónicos heteronormativos quedan absolutamente sometidos al humor y a la profundidad de esta novela gráfica
ROOMMATES
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Roommates es la novela que cierra la trilogía que se inicia en Winner y sigue en Loser.
Robertita, después de separarse de Gastón y de obsesionarse con Rolando está más neurótica, obsesiva y fóbica. Con sus padres como roommates, aparece Juan en escena. Pero lo que al principio parece un respiro en medio de tantas incomodidades la va llevando poco a poco al hondo bajofondo.
Si Loser muestra la obsesión y Winner la furia y la separación, en Roommates el highlight es la depresión. A Robertita la deprime Juan, no tener plata, tener 30 y vivir con sus padres, y en definitiva, que todo le salga mal.
Entre novela e historieta Roommates es un relato desenfrenado, ágil y adherente construido a partir del material de descarte: mensajes de texto, audios de Whatsapp, chats de Facebook, historias de Instagram, archivos de Word de su diario íntimo y sesiones fallidas con una psicóloga más desequilibrada que la protagonista.
WINNER
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Robertita, autora y protagonista de esta novela, ronda los treinta años. Es arquitecta y tiene trabajo como tal, pero lo detesta. Vive con su pareja, un punk tardío y familiero devenido director de cine, que la ama con paciencia infinita y la cela con igual intensidad. Ella de a ratos lo ama y de ratos lo detesta. ¿Será el hombre de mi vida, el futuro padre de mis hijos? ¿Estamos pasando una crisis, o tengo que cortar ya? Histérica de manual, Robertita vive para alimentar esa duda. Mientras tanto, fantasea con las fotos de Facebook o Instagram de varios otros efebos: Rolando, Gonzalo, Manu, Ernesto… Ernesto, ¡Ernesto!
Con materiales de segunda mano: el chat, los mensajes de texto, la chicklit, y con diálogos entrecortados, y sesiones de psicoanálisis chatarra Robertita construye un relato ágil y liviano, realista y divertido sobre la relación de inmadurez perpetua, encarnado en el corazón de la estupidez. Y se sabe, escribir la estupidez no es tarea sencilla.
LOSER​
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Ni los avatares de una loser ni el relato de las performances de una superestrella, la novela se ocupa de una relación imposible entre dos jóvenes de treinta y pico que a veces piensan, actúan y hablan como chicos de quince. Con materiales de descarte como la chatarra televisiva, la chick lit , el chat de madrugada y los latosos mensajes de texto, la ideología lunática de las revistas femeninas, los guiones de series de los años noventa y la literatura de autoayuda (que la protagonista lee y cita con fervor culpable), las canciones de Ricardo Montaner y una jerga adolescente de cincuenta palabras astutamente combinadas, la autora crea a una joven Frankestein, una golem dedicada a amar a Rolando y a sufrir por él. Sus amigos (entre ellos están los personajes más entretenidos: Seba, Lola y las siete chicas cools ) la aconsejan con sensatez y cariño y la soportan en interminables sesiones de msn. Novela de la "extimidad" (la intimidad hecha visible por medio de los medios electrónicos, según Paula Sibilia), Loser parece una interminable función de stand up , con chistes, altibajos, reflexiones nacidas al calor de la frustración amorosa y perogrulladas divertidas ("La Loca está loca"). Convencida de que los padecimientos de una chica "perdedora" rinden menos que los de un chico ídem, la autora presenta una antiheroína verborrágica, enfática, ciclotímica, a medio camino entre los personajes superados de Maitena y los vacilantes de Romina Paula. Quizá porque no queda otra, la voz de Robertita, que se asume como enamorada desesperada, amiga canchera, mujer suspicaz, paciente archineurótica, narcotiza al lector y transforma un argumento risible -también por lo mínimo- en una tragicomedia de la subjetividad.
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Daniel Gigena - Diario La nación